Los “diálogos de esperanza” son instancias
privilegiadas para el encuentro y la conversación sencilla y honesta. A través
de diálogos queremos salir y acercarnos para descubrir con más realismo quiénes
son los jóvenes, cuáles son sus inquietudes, dolores y alegrías. Saber qué
piensan sobre la Iglesia y preguntarnos si estamos realmente respondiendo a sus
realidades y ayudándolos a encontrarse con el Señor Jesús. Es fundamental que
sean los mismos jóvenes los protagonistas de este proceso, y que ellos estén
acompañados por toda la comunidad.
Los invitamos a ser audaces, no estamos acostumbrados
a salir y dialogar; puede haber cosas que
nos inquieten ¿qué vamos a hacer?, ¿qué vamos a decir?, ¿a qué los vamos
a invitar? Los jóvenes nos sorprenden,
confíen en su apertura, creatividad y den el espacio que necesitan para desplegar sus ideas. El tiempo de escucha y
diálogo es principalmente la oportunidad de ir en busca de los jóvenes para
conversar y aprender de ellos. Tiempo para conocerlos y para preguntar. Los
jóvenes tienen una facilidad especial para
acercarse y provocar estos diálogos.
En aquellas unidades pastorales
donde la orgánica lo permita, la idea es que puedan salir y generar un
encuentro para conversar, donde los invitados principales sean jóvenes que no
participan en nuestra Iglesia, amigos, compañeros y otros que quieran aceptar
la invitación. Si esto no es posible, basta con que los jóvenes de la pastoral
vayan y se acerquen espontáneamente a conversar uno a uno con otros jóvenes.